Las ideas se agolpaban en su cabeza como lluvia copiosa, aquella noche en el campo la recordaba como algo lejano a pesar de que solo había pasado hace cinco días. Las cosas estaban comenzando su curso normal y esto le asustaba, no quería volver a lo que él era, muy por el contrario quería ser aquella persona en la que había pensado y amado aquella noche en que su compañero fue un cigarrillo consumiéndose en sus manos.
Con esos pensamientos continuo su camino en aquel bus que lo llevaba a su hogar, mirando los paisajes que cada vez pasaban de ser rurales a lo urbano, las personas a su alrededor lo miraban, una señora que estaba sentada a su lado lo miraba y creía compartir los pensamientos que este joven tenía, comenzó a mirarlo con atención, notaba en él una similitud con su hijo, aquel hijo que ella tanto amaba, pero que tantas veces la había hecho sufrir, fue aquel hijo el que no seguí los consejos de su madre ni de su padre, ambos lo querían ver detrás de un escritorio en la gerencia de alguna empresa grande de aquellas que en los tiempos de juventud de aquella señora solo había asomado su nariz, pero a pesar de todas las cosas que le había dicho a su hijo, tantos años dándole consejos él no la quiso escuchar, más tarde su hijo se habría de convertir en un músico, el piano fue su fascinación, ella recordaba aquellas conversaciones en que aquel joven le decía que tocar el piano era volcar todas las emociones, tocar el piano lo hacía sentir en el cielo, donde podía encontrar su mayor regocijo, donde su ser se sentía en armonía. Al recordar esas cosas sintió que no pudo comprender a su hijo en su juventud, pero ahora entendía que su felicidad era ver a su hijo feliz.
Al volver a esto pensó en hablar con este joven. Pero no sabía comenzar la conversación sin sonar invasiva... ¿Usted está feliz de la vida que ha vivido? preguntó de repente su compañero de puesto, la mujer sorprendida por esta pregunta hizo una expresión con su rostro que lo hizo reaccionar y se apresuro a decir "Discúlpeme, solo es que ... lo siento no es necesario que me responda", la mujer entendió que su expresión había asustado a este joven, en su rostro se dibujo una sonrisa amable y mirándolo le dice "Hijo, ¿cómo te llamas?" Aún sonrojado por lo impertinente que se sentía el joven responde "Me llamo Dante", "Pues hola Dante, mi nombre es Norma, mucho gusto" dijo tendiendo la mano hacia Dante que estaba ahí avergonzado aun por su actuar y la reacción de Norma, "Dante, al verte recuerdo mucho a mi hijo, tienen una gran similitud en su aspecto hasta su forma de vestir es muy parecida, hace mucho tiempo que no lo veo y tú me hiciste recordarlo... hace muy poco que él me hizo la misma pregunta"
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