miércoles, 7 de abril de 2010

La Historia de un verano II parte

Las ideas se agolpaban en su cabeza como lluvia copiosa, aquella noche en el campo la recordaba como algo lejano a pesar de que solo había pasado hace cinco días. Las cosas estaban comenzando su curso normal y esto le asustaba, no quería volver a lo que él era, muy por el contrario quería ser aquella persona en la que había pensado y amado aquella noche en que su compañero fue un cigarrillo consumiéndose en sus manos.

Con esos pensamientos continuo su camino en aquel bus que lo llevaba a su hogar, mirando los paisajes que cada vez pasaban de ser rurales a lo urbano, las personas a su alrededor lo miraban, una señora que estaba sentada a su lado lo miraba y creía compartir los pensamientos que este joven tenía, comenzó a mirarlo con atención, notaba en él una similitud con su hijo, aquel hijo que ella tanto amaba, pero que tantas veces la había hecho sufrir, fue aquel hijo el que no seguí los consejos de su madre ni de su padre, ambos lo querían ver detrás de un escritorio en la gerencia de alguna empresa grande de aquellas que en los tiempos de juventud de aquella señora solo había asomado su nariz, pero a pesar de todas las cosas que le había dicho a su hijo, tantos años dándole consejos él no la quiso escuchar, más tarde su hijo se habría de convertir en un músico, el piano fue su fascinación, ella recordaba aquellas conversaciones en que aquel joven le decía que tocar el piano era volcar todas las emociones, tocar el piano lo hacía sentir en el cielo, donde podía encontrar su mayor regocijo, donde su ser se sentía en armonía. Al recordar esas cosas sintió que no pudo comprender a su hijo en su juventud, pero ahora entendía que su felicidad era ver a su hijo feliz.

Al volver a esto pensó en hablar con este joven. Pero no sabía comenzar la conversación sin sonar invasiva... ¿Usted está feliz de la vida que ha vivido? preguntó de repente su compañero de puesto, la mujer sorprendida por esta pregunta hizo una expresión con su rostro que lo hizo reaccionar y se apresuro a decir "Discúlpeme, solo es que ... lo siento no es necesario que me responda", la mujer entendió que su expresión había asustado a este joven, en su rostro se dibujo una sonrisa amable y mirándolo le dice "Hijo, ¿cómo te llamas?" Aún sonrojado por lo impertinente que se sentía el joven responde "Me llamo Dante", "Pues hola Dante, mi nombre es Norma, mucho gusto" dijo tendiendo la mano hacia Dante que estaba ahí avergonzado aun por su actuar y la reacción de Norma, "Dante, al verte recuerdo mucho a mi hijo, tienen una gran similitud en su aspecto hasta su forma de vestir es muy parecida, hace mucho tiempo que no lo veo y tú me hiciste recordarlo... hace muy poco que él me hizo la misma pregunta"

sábado, 13 de marzo de 2010

La Historia de un verano



Era una noche de verano, él se encontraba en un campo, el cielo obscuro brillaba gracias a esos pequeños puntos que se juntan para formar lo que en algún momento de la historia un hombre pensó en llamarlo constelación. En su mano derecha se encontraba un cigarrillo que acercaba a su boca cada pocos segundos, sentía frio, pero ello no impedía que quisiera continuar con su cuello estirado mirando las estrellas.

A pesar ser visto por la gente como una persona descuidada y algo bulliciosa, pero la realidad es que siempre busca espacios para pensar en su vida, en lo que debe hacer y en lo que quiere hacer. Aquella noche pensaba no en sus deseos, sino en los deseos de alguien mayor. ¿estaré en el camino correcto? Esto que hago quien lo quiere, quien es quien pensó y piensa que es lo mejor para la vida, para mi vida… se lo cuestionaba cada vez más seguido.

No se daba cuenta pero su cigarro ya estaba llegando al final, el calor de los últimos milímetros de cigarrillo que quedaba lo distrajo por un segundo, no se había dado cuenta pero ya hace unos minutos que no se lo llevaba a la boca, sintió la necesidad de prender otro, porque según él no lo había disfrutado.

La luz del encendedor lo encandilo por una fracción de segundo, le dolieron los ojos, pero continuo con su faena, pensaba que ya no podría concentrarse en lo que había estado pensando, pero comenzó a mirar su año que había pasado hace 3 días, recordó primero la fiesta de año nuevo luego como había sido su año escolar, pensó en sus actividades extra programáticas, en estos dos pensamientos se detuvo nuevamente, amaba lo que estudiaba, pero sus actividades eran algo más que simplemente una distracción, que compromiso, llamémoslo social, pensaba en que estas cosas que hacia fuera de la casa de estudios ¿Cuál de las dos era la que llenaba su corazón? Si bien sus estudios los amaba se preguntaba si eran ellos los que llenaban su corazón de esa alegría que estaba sintiendo.

La respuesta se hacía cada vez más clara mientras otro cigarrillo se consumía.